En la vida tenemos demasiados miedos, generalmente estos miedos solo consumen
nuestro tiempo y nos impiden disfrutar de los pequeños placeres del día a día. Solemos
temer al fracaso e incluso al éxito, al amor, al rechazo, a defraudar, a no cumplir
con las expectativas ajenas. Curiosamente, también a que nos vaya todo demasiado bien
porque creemos que algo malo está por venir. Tenemos miedo a lo absurdo,
incluso al propio miedo y en resumen, a la vida.
Nuestra existencia es en sí una incertidumbre, con sus cosas buenas y sus
cosas malas y probablemente tener miedo sea tan normal como cualquiera de
nuestras necesidades fisiológicas. El problema aparece cuando dejamos que el
miedo controle nuestra vida, cuando no nos deja avanzar y cuando nos impide ser
felices. Probablemente unas de las claves para combatir este miedo esté en sustituir la propia palabra por otras como DESAFÍO, CAMBIO, AVENTURA, INCERTIDUMBRE, RIESGO o VALENTIA y suprimirla
completamente de nuestro vocabulario.
Dicho esto, supongamos que la vida es como adentrarse en una cocina sin que nosotros seamos precisamente grandes chefs. En este caso, esta, estará llena de DESAFIOS que solo van a hacernos más fuertes de lo que éramos antes de pasar por ellos. De CAMBIOS que nos permitirán ver las cosas desde otra perspectiva y ser más flexibles en la montaña rusa de la vida. Por ejemplo, cuando preparas arroz no siempre te va a salir igual, unas veces se te pasara más y otras menos, no hagas un drama de ello, se te ha pasado y no puedes hacer nada al respecto. Cuanto antes lo aceptes más tiempo puedes dedicar a leer libros de recetas en tu terraza favorita mientras saboreas un buen café. La cocina también estará llena de AVENTURAS que de no saborearlas, no sabremos si nos gusta con más o menos sal, con un toque de pimienta o si estamos ante uno de nuestros nuevos platos favoritos.
Por otro lado, que haríamos sin la curiosa INCERTIDUMBRE. Si esta desapareciera, se llevaría
consigo nuestra ilusión, nuestra esperanza, nuestras emociones e incluso
nuestros sueños. Que insulsa se volvería la vida si pudiéramos anticipar el
futuro, si supiéramos que antes de preparar un suflé ya nos va a salir mal. No
intentaríamos nada y dejaríamos de luchar por cosas en las que creemos.
Por otro lado, nada es equiparable a la sensación de emoción que
experimentamos cuando tomamos RIESGOS.
El que no arriesga, el que no se juega nada, no se concede la oportunidad de
ganar. Al no tomar riesgos estamos limitando nuestras oportunidades y
capacidades, al no arriesgar nos quedamos en el punto de origen, ni ganamos ni
perdemos, estamos sentados en el medio de la cocina sin meter el pavo en el
horno por miedo a que se nos queme. Por lo tanto, si hemos decidido arriesgar, y
hemos obtenido los resultados esperados podremos decir que lo hemos logrado. ¿Y
en el caso contrario? En el caso contrario también habremos ganado, en
sabiduría, conocimiento, experiencia, práctica y habremos descubierto cosas que
desconocíamos antes. Ahora sabemos qué es lo que NO tenemos que hacer y mejor
aún, poseemos el aliño perfecto para el éxito. Ahora que se supone
que hemos perdido el temor a cocinar, haremos esa esa Quiche Lorraine una y mil veces hasta que nos salga perfecta. ¡Y
sin miedo!
Seamos VALIENTES, es como la sal
en la sopa o el orégano en la pasta, son los ingredientes que potencian su sabor y lo que hace de
ellos platos mucho más sabrosos. La valentía solo puede hacernos más fuertes, es
el motor que mueve nuestra vida y es lo único que puede vencer al “M”.
Tenemos que estar preparados para cualquier cambio que pueda darse en
nuestra cocina, de lo contrario ¿Qué sentido tendría tenerla si no podemos disfrutar
de ella por temor a lo que pueda pasar? Por lo tanto, hagamos uso de ella todo
lo que podamos y explotemos nuestras habilidades, ya que solo así sabremos
hasta dónde somos capaces de llegar en busca de nuestra harmonía. Y nunca
olvides los ingredientes más importantes para los platos más sabrosos: sonreír, energía positiva y paz interior. ¡Condimenta tu vida!
0 comentarios:
Publicar un comentario